jueves, 14 de noviembre de 2013

Con el oído hacia a las estrellas

La “ciencia-ficción” es probablemente el género literario y cinematográfico que más se ha distorsionado al combinarse con otros tales como la novela de aventuras, el “thriller” o suspenso, la película de terror, la comedia, etc., hasta trivializarla. Por eso, entre otras razones, es un raro placer encontrar una novela -y su correspondiente adaptación cinematográfica- que le den un tratamiento serio, científico, al tema de la posible vida extraterrestre y su eventual comunicación con la especie humana.

Contacto” -novela de Carl Sagan publicada en 1985 y llevada al cine en 1997 bajo la dirección de Robert Zemeckis- es, además de una fantasía posible, un interesante debate sobre las implicaciones metafísicas que tendría un contacto con civilizaciones de otros mundos.

La paradoja es que el agnosticismo religioso de la doctora Arroway, la protagonista, se convierte al final en una suerte de agnosticismo científico, pues aun cuando el viaje haya sido posible conforme a ciertos modelos teóricos y la relatividad especial, no hay evidencia objetiva de la experiencia intergaláctica de los viajeros haya ocurrido realmente.

Más allá de la historia principal y las naturales variaciones entre una y otra, me agradó un poco más el filme en cuanto película que la novela en cuanto libro, si bien el capítulo once presenta un debate que a toda persona interesada en la búsqueda de verdades metafísicas, creyente o no, se le recomienda leer encarecidamente.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Lo inalcanzable, lo perdido.

Una buena forma de describir temáticamente la película “El gran Gatsby” (2013) es como el drama de un hombre por corregir el pasado. Su amigo Nick sabe que esto no es posible y trata de hacérselo ver, pero la fijación de Jay Gatsby al respecto es irreversible, de ahí que las cosas no puedan acabar bien.

Basada en la novela de F. Scott Fitzgerald, publicada en 1925, y dirigida en 2013 por Baz Luhrmann, la obra es un derroche visual de estridencia barroca en medio de una colorida atmósfera por momentos irreal, cautivadora entre el fastuoso ensueño casi permanente y la pesadilla que acecha. He aquí el aporte de Luhrmann, que mejora y potencia el texto original.

La débil y verduzca oscilación luminosa que Jay Gatsby ve al otro lado de la bahía, a la cual se aferra en tanto representa la sublime idealización que ha hecho de su amada lejana Daysi, abre y cierra un filme cargado de pasiones, nostalgias y ternuras, pese al trasfondo violento que no por ser apenas insinuado deja de estar menos presente.