miércoles, 23 de mayo de 2012

El Moog más suave

Por Google (doodle) me enteré de que el 23 de mayo es el natalicio de Robert Moog, creador de los célebres (y visualmente escandalosos) sintetizadores de finales de la década de los 60's. Muchos grupos pop y algunos intérpretes como Wendy Carlos (en el álbum "Switched on Bach") le dieron uso intensivo. Curiosamente, los Beatles lo utilizaron en tres o cuatro piezas del álbum Abbey Road, siendo una de las más suaves y finas "Here comes the sun"

En las primeras notas se puede escuchar de fondo, poniendo atención a la figura de la guitarra a la cual se une un leve zumbido armónico la segunda vez, para quedar como una lejana sirena que se desvanece antes de que comience a cantar George Harrison.

Hacia los 1:30 minutos comienza una serie de repeticiones de otra figura musical, (la base del coro "Sun, sun, sun, here it comes!"), siendo a partir de la tercera cuando se incorporan distintos timbres de Moog, en sus tonos más metálicos.

Finalmente, en los 2:10 minutos -para la última estrofa- queda como una especie de silbido que permanece hasta el final. ¡Muy bonito!

viernes, 18 de mayo de 2012

La imagen de la imagen

Hace algunos días, explicándoles a mis alumnos/as de séptimo grado el concepto de la imagen en el tema de las figuras literarias, puse de ejemplo el último verso del poema "Árbol de fuego", de Alfredo Espino.

Bajo un jardín de celajes
al verte estuve creyendo
que ya el sol se estaba hundiendo
debajo de tus ramajes.

El día de hoy se produjo un fenómeno atmosférico conocido como "halo solar" y mi compañero de trabajo Luis Jovel, del área de ciencias naturales y gran aficionado a la fotografía, tomó la impresionante foto que engalana esta entrada. Casi cien años después, esta imagen de la imagen del Poeta Niño vale tanto como esas sublimes palabras.

sábado, 12 de mayo de 2012

No a cualquier costo

Me parecen loables los diversos intentos que se han hecho por popularizar la música académica y llevarla hasta las masas.

De los que conozco, el más consistente fue el maestro hispano-argentino Waldo de los Ríos, quien se dio a la tarea de hacer unos como resúmenes de sinfonías y óperas, a fin de ajustarlas al tiempo estándar de la música pop, añadiéndoles batería, bajo eléctrico, guitarras rasgueadas y algunos otros sonidos familiares al oído de las multitudes, siendo su pieza más famosa el "Himno a la Alegría", de Beethoven, lanzado en 1969 con la voz de Miguel Ríos.

Otro que tuvo mucho éxito fue el maestro Louis Clarke en la década de 1980 con "Hooked on classics", una ensalada de trozos emblemáticos a ritmo disco.

Seguramente ambos fueron criticados en su momento por ser una especie de blasfemos musicales, pues al mutilar las piezas o mezclarlas sacándolas de contexto se estaría atentando contra su integridad estética; no obstante, incluso sus más enconados opositores deben reconocer que muchísimas personas se iniciaron en el mundo de la música sinfónica gracias a los puentes que tendieron ellos.

Dicho lo anterior y trasladándome al contexto local, veo con simpatía los esfuerzos de los músicos y directores filarmónicos nacionales por acercar este género al público poco ilustrado y frecuentemente con el oído musical aturdido, cosa que logran con la ejecución de piezas clásicas relativamente accesibles o bien con la interpretación de piezas populares con instrumentos de abolengo.

Sin embargo, en lo que no estoy de acuerdo es en pagar cualquier costo por la popularidad, como ir a tocar en locales inadecuados o con audiencias-turista platiconas y desconcentradas, hacer con el público dinámicas "participativas" que acaban en relajo, o convertir la orquesta en un mariachi gigantesco o un mega-combo ruidoso donde cualquiera se sube al escenario a pegar de gritos, como ya ha sucedido en algunas ocasiones.